domingo, 1 de noviembre de 2009

Drunk

Crece y decrece
la marea no es constante
me embrutece el aire
con su aroma de nada
y de frío que no llega.
Canta el ave
muerta por la flecha
que el niño,
devorado por la avaricia del padre,
dejó caer sobre su blanco cuerpo.
-
Mi cuarto sigue vacío.
-
Insomnio,
del vecino que camina
sobre mi cabeza aturdida
por sus sueños desafortunados
de días sin sentido.
Ratones que roen
las patas de mi cama vieja
en la mansión corroída
por el olvido y la negligencia
de sus dueños tristes y apáticos
muertos de hambre
muertos de odio.
Cae la gota de agua
de la llave rota
inútil como las manos de la escultora,
de la escritora
y de la falsa poeta
que sueña con libélulas gigantes
y dragones hechos moscas.
Llega el silencio
del ruido que no para
de la música eterna,
del lamento infinito,
de la lágrima que no deja de caer
sobre la misma almohada que esa misma mañana la asfixió inexorablemente.

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