martes, 10 de noviembre de 2009

Yo, primera ficción

Salí del lugar agotada, la cabeza siempre bajo presión, el pecho oprimido con el calor en las mejillas. Me daban asco las velas a mi alrededor, las flores naranjas, el incienso una y otra vez quemado que entraba en mis pulmones cansados. Los veía caminar de un lado a otro, admirados por la belleza de la calavera, de la vela y del pan...yo me quedaba inmóvil. Quizá yo también sería parte del adorno, sería parte de la admiración, sólo bastaba con estar allí sin ser algo.
Recuerdo haberte visto, asomado en algún lugar de la sala viéndome. Tu imagen aparece borrosa en mi memoria, pero puedo decir con gran certeza que tus ojos cafés me observaban casi detenidamente. Fue por eso que quise salir, quería verte, estar segura de que tu rostro no era otro.
Fui golpeada brutalmente por el sol, y no pude abrir los ojos hasta que llegué a tientas a tu lado. No me hablaste ni me tocaste, te quedaste allí parado viendo como me tallaba los ojos y dejaba salir unas cuantas lágrimas; te hiciste a un lado para que pudiera llorar un poco sentada en el suelo (nunca te lo dije, pero es la mejor forma para llorar que haya descubierto). Sólo cuando pude olvidar el naranja, la vela, el humo y las calaveras, abrí los ojos. Allí estabas, tan callado como siempre, tendiéndome una pulsera verde y azul. Te sonreí porque no sé hacer otra cosa.
De cerca no te veías tan joven, los años habían marcado tu mirada. Te habías decidido, después de todo, por llevarme a tu casa en quién-sabe-dónde, yo seguía pensando si debía estar feliz o triste. No podía ponerme la pulsera porque mi mano no dejaba de temblar y mi reloj en el brazo izquierdo no dejaba de hacer "tic tac". No supe como abrazarte cuando finalmente conseguiste que me levantara y te viera a los ojos. Sí, ambos lo sabíamos, no nos correspondía estar juntos en ese lugar a esa hora "tic toc, tic tac". Aún así me llevaste de la cintura al autobús, aún así te sonreí durante todo el camino. Finalmente volví a casa con la cabeza más adolorida que nunca y una pulsera que no se quiere dejar caer.

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